jueves, 19 de marzo de 2009

Deberíamos habernos quedado siempre allí

Se había hecho demasiado tarde para coger el último metro. Nada más pasar el café había un hotel cuya puerta estaba abierta. Una bombilla desnuda iluminaba unas escaleras muy empinadas con peldaños de madera negra. El vigilante nocturno ni nos preguntó los nombres. Se limitó a decirnos el número de una habitación del primer piso. "A partir de ahora, a lo mejor podríamos vivir aquí" le dije a Louki.

Una cama individual, pero no nos resultaba demasiado estrecha. Ni visillos ni contraventanas. Habíamos dejado la ventana entornada porque hacía calor. Abajo había callado la música y oíamos carcajadas. Louki me dijo al oído:

- Tienes razón. Deberíamos quedarnos siempre aquí.

Imaginé que estábamos lejos de Paris, en algún puertecito del Mediterráneo. Todas las mañanas, a la misma hora, íbamos por el camino de las playas. Se me ha quedado grabada la dirección del hotel: calle de Le-Grand-Prieuré, 2. Hotel HIvernia. Durante todos los años cetrinos que vinieron a continuación, a veces me pedían mis señas o mi número de teléfono, y yo decía "Lo mejor será que me escriban al Hotel Hivernia, en el número 2 de la calle de Le-Grand-Prieuré. Y me harán llegar al carta." Debería ir a buscar todas esas cartas que llevan tanto tiempo esperándome y que llevan tanto tiempo sin responder. Tenías razón, deberíamos habernos quedado siempre allí.

"En el café de la juventud perdida"

Me traje la isla y la he puesto en el balcón. A partir de ahora que me envíen ahí las cartas, pero sólo las de amor. Nó sé por qué nos empeñamos en volver de donde no queremos volver.


cricricricricricricricri writer, cuerda para tu cabaret...

Y al agujero del techo?? que le den. Pensaremos que es un aguejro negro donde todo empieza, o todo acaba, depende de lo que nos apetezca.


Besos para todos, que estoy de vuelta, de nada, pero de vuelta

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