domingo, 8 de marzo de 2009

Philibert


Me encanta Philibert, porque lleva pajarita, y chaleco de rombos. Porque tartamudea y vende postales de Humphrey Bogart y Greta Garbo en la puerta de un museo. Me vuelve loca cuando escucha música clásica y bebe vino en increibles copas de cristal rojo, pero sobre todo me gusta porque es bueno, muy bueno, y freaky, como él solo. Es como sacado de otra época, y abandonado en medio del caos y la locura de nuestros días. Hoy he visto un hombre con el bigote de Dalí, no he podido evitar mirarle durante un buen rato, se ha puesto nervioso y todo. ¿Y el del clavel en la solapa? Que gusto las rarezas llevadas con humildad, incluso con una pizca de timidez. Nada de modernos malasañeros con flequillos imposibles, si no los anacrónicos, los horteras sin pretensiones, los que usan palabras que ni Antonio Gala. Gente especial. La fiesta también fue especial, muy especial. Y vino el rubio, de sorpresa, atravesó la puerta sin enterarnos y otra vez se metió en mi corazón. Luego se fue, de vuelta a barna tras darnos todo su amor. Bailé, mucho. Vueltas y vueltas hasta marearme, hasta perder el sentido, hasta ver todo borroso. Luego resaca de cine y proyector con suelo pegajoso: matrimonio a la italiana, el guateque, juntos, nada más (de ahí salió Philibert :-)). Gran borrachera, gran música, gran finde...
Por cierto, hoy he vuelto a cambiarme de acera por una peli gratis. Me regalan la Dolce Vita y vuelvo a tirar a la derecha. Prometo no hacerlo masssssssssssssssssssss, es por una buena causa jeje, el marketing lo tiene demasiado fácil conmigo.
Estoy feliz, muy feliz
Ah, y gracias a Mr Paquito y al Dunlet, los reyes de la noche
Mañana lunes. El hoy empieza todo de cada mañana...

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