lunes, 22 de junio de 2009

Contigo, sin ti o con ciento volando...


Así, cual cucaracha patas arriba, ha aparecido mi puerta al mar de las noches madrileñas. Acabo de volver de unas cuantas cervezas y de una larga conversación sobre cambios, destinos, huidas, encuentros... Mi piel se ha vuelto invisible y se me ve por dentro, desde lejos. Estoy feliz y he decidido no huir. No ahora. Quiero San Juanes que lo quemen todo y noches de verano, cortitas, pero calientes. Quiero llevarte al autocine, emborracharte de vino y bailar y bailar... Quiero presente. Lentamente. Y cuando controle mi presente pensaré en más presente o en lo que me de la gana. Y cambiaré de puerto, o tal vez no, nunca como una necesidad sino como una evolución, un paso más, un porque quiero...
Y en medio de toda esta maraña de pensamientos y voces y tangos que se acaban, aparece mi playa dada la vuelta. Como una ducha de realidad me advierte que, por mucho que me empeñe, aquí no hay salitre entre sábanas, ni arena en el pelo, ni biquinis mojados. Así es el presente y es lo que hay, así que quiero acariciarlo, sentirlo, empaparme de él.
Fareros de luna. Quiero la hoguera como nunca. Mirar el fuego durante horas y sentir que todo va bien...
De todas formas, por si acaso, le he dado la vuelta a la foto y sigo con las gafas de bucear bajo la cama. Más raro fue aquel verano que no paró de nevar...

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