miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mapas... (2ª parte)

¿Cómo sería un mapa de olores? Sería invisible, claro, como el trompetista. Eso lo primero y más importante. Se guardaría en frasquitos muy pequeños y de cristal, como de perfumes mágicos traidos de la ruta de las indias. A primera vista parecerían vacíos pero al abrirlos, y ahora viene lo mejor, te transportarían a cualquier lugar recóndito del planeta. Sería un mapa con el que además se podría viajar en el tiempo. Un olor te puede trasladar a momentos ya casi olvidados. De repente empiezas a recordar, como en un sueño. O a momentos que nunca olvidarás pero que puedes volver a sentir, como si estuvieras allí , sólo con abrir el frasquito adecuado. Son sólo unos segundos los que puedes viajar en el tiempo o el espacio al recordar un olor, pero son instantes tan cargados de fuerza que cuando se acaban sólo queda suspirar y disfrutar de esa sensación melancólica de día de cielo gris...

El escaparate de la foto seguro que huele a cuero, y a flores, a día salvaje en la pradera, como el día de hoy huele a fin de fiesta, a rutina que vuelve con el viento del otoño...

Hoy he pensado que gracias a los coches viejos y a sus radiocasetes las cintas de música siguen vivas. Ay esos casetes grabados con la última canción cortada en la cara A y repetida en la cara B desde el principio, esos sonidos del botón play grabado... ¿¿¿Cómo podría guardar su olor???