lunes, 6 de abril de 2009

En Komala comprendí...


Sin quererlo, un día, me devolviste los Peces de Ciudad. Tú no sabías que lloraría después, que se me pondrían los pelos de punta y el corazón al rojo vivo. Tampoco sabías que hacía meses que no escuchaba esa letra después de ponérmela mínimo tres veces cada mañana durante un tiempo, mucho, hace tiempo, no tanto. - Si llego a saber que ibas a acabar así no la habría puesto - me dijiste casi asustado, medio arrepentido. Y yo no sabía cómo explicarte que lloraba porque me acababas de devolver mis alas. Hace tiempo que siento que Madrid se acaba. Mi cuerpo me pide un cambio de rumbo, aires nuevos. Antes esta ciudad, que me encanta, y me vuelve loca, y me deprime y me asusta, me llena, me vacía...todo al mismo tiempo, daba cuerda a mi corazón de viaje. Estaba de paso, la iba descubriendo, poco a poco, y me encontraba a mi misma en sus rincones, en sus calles estrechas y sucias de millones de balcones, en sus cañas de barrio, sus cielos azules... Ahora parece que ya tengo mi hueco hecho y lo que quiero es romperlo y empezar de nuevo. Es como si ultimamente viviera sólo de recuerdos y empiezo a pensar que existe el riesgo de que se me gasten. No es suficiente un pasado bucanero, ni siquiera he pisado tantos puertos. Madrid ya no tiene mar, ni faro y aunque es jodidamente adictiva esta ciudad, siento que va siendo hora de cambiar. Y va a doler.

2 comentarios:

Miguel Ángel Maya dijo...

...He estado ausente durante unos días...
...Me encuentro de nuevo contigo, y algo me toca, y me reconozco en esos cambios de piel...
...Beso...

Anónimo dijo...

Madrid, hoguera de vanidades, patria de todos y de ninguno... Todos somos estatuas de sal...como no mirar atras al partir?!