viernes, 9 de enero de 2009

Farmacia 5




Hace ya mucho tiempo que se acabó Calvario. Se acabó un verano, con la ventana abierta y una gran fiesta. Se fue la pequeña flequillo, a Paris, y yo me trasladé a Farmacia. Aquí es invierno, y nieva y falta una ventana. Explotó por exceso de energia, no sé si buena o mala, presiento que buena. En cualquier caso exceso, como debe ser. Fue grande lavapies, y calvario, y yo feliz, muy feliz. Luego viajé con quien viví, y fui Sancha. Lo sigo siendo, aunque me faltan misiones, y Quijota, que está lejos. Y si vamos a Nueva Orleans? Adios DF, nos queda un largo camino por recorrer. ¿Paris Texas? Two margaritas, please. Un hotel de cortinas rojas en San Francisco acabó con nuestro viaje, y volvió la Farmacia, como siempre llena de amor. Ya no estaba Jordi, el rubio, pero estaba Pablo, que pinta paredes. Aquí se baila cabaret y se bebe mucho vino, siempre bajo esa luz de proyector que hace inconfundible nuestro salón. Tenemos gatos y perros, y a Antonio San Juan metido en un armario. Aquí de vez en cuando la melancolía se apodera de mi, y lloro, pero no porque esté triste, sino porque he sido mucho más feliz. Parece que ya no consigo llegar a ese punto. Parece que el frio me ha congelado el corazón, aunque sigue rojo, muy rojo, eso es lo que no me cuadra, y lo que me hace sufrir. Mañana descubriré el tacto. El tacto de las cosas que no siempre percibimos. Tocaré todo, las paredes y las pieles y os seguiré contando cosas. He vuelto al mundo de las vidas por escrito, y lo mejor es que esto me ha hecho volver a vidas escritas que ya no recordaba. Seguiré escribiendo, siempre. Para no olvidar y poder tener una tarde como la de hoy: de nieve y corazón rojo.







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