viernes, 26 de junio de 2009

Amaneciendo


Él se alejaba de mi portal por la calle vacía. Abrí la puerta, me giré. Con voz ronca de haber gritado, bailado, reído... le llamé:

- Ey, una última cosa -

Se dió la vuelta

- Bailas muy bien- le dije

Él sonrió - Ya lo sabía - contestó

Y siguió alejándose por esa farmacia nocturna, feliz, guapo

Subí a casa. Estaba amaneciendo.

miércoles, 24 de junio de 2009

Un día de verano...




Hoy era un día de verano y en el metro un hombre mayor masajeaba un pie a su chica que sonreía de gusto. Era un pie arrugado, calloso, gastado, vivo... Él lo cogía, delicado, y poco a poco iba moviendo sus dedos entre su piel. Apretaba un poco, con la fuerza justa, para justo después acariciarlo suavemente con las yemas. Él, como ella, sonreía, disfrutaba. Y yo también, puede que de envidia, pero sobre todo de gusto. No es facil encontrarse una escena así hoy en día y allí estaba yo, en primera línea.

Cuando volvió de su vuelta por el mundo le brillaban los ojos como nunca. Era un día de verano, el día en él que me enamoré de él. Ahora ha vuelto. Verano.

Un día de verano me hice Sancha. Otro me comí mi primer beso, enterito, y sin lengua. Verano, verano, verano... Mi primera borrachera, mis primeras estrellas, baños lunares, días de playa... Me reí como nunca un día de verano...

lunes, 22 de junio de 2009

Contigo, sin ti o con ciento volando...


Así, cual cucaracha patas arriba, ha aparecido mi puerta al mar de las noches madrileñas. Acabo de volver de unas cuantas cervezas y de una larga conversación sobre cambios, destinos, huidas, encuentros... Mi piel se ha vuelto invisible y se me ve por dentro, desde lejos. Estoy feliz y he decidido no huir. No ahora. Quiero San Juanes que lo quemen todo y noches de verano, cortitas, pero calientes. Quiero llevarte al autocine, emborracharte de vino y bailar y bailar... Quiero presente. Lentamente. Y cuando controle mi presente pensaré en más presente o en lo que me de la gana. Y cambiaré de puerto, o tal vez no, nunca como una necesidad sino como una evolución, un paso más, un porque quiero...
Y en medio de toda esta maraña de pensamientos y voces y tangos que se acaban, aparece mi playa dada la vuelta. Como una ducha de realidad me advierte que, por mucho que me empeñe, aquí no hay salitre entre sábanas, ni arena en el pelo, ni biquinis mojados. Así es el presente y es lo que hay, así que quiero acariciarlo, sentirlo, empaparme de él.
Fareros de luna. Quiero la hoguera como nunca. Mirar el fuego durante horas y sentir que todo va bien...
De todas formas, por si acaso, le he dado la vuelta a la foto y sigo con las gafas de bucear bajo la cama. Más raro fue aquel verano que no paró de nevar...

domingo, 21 de junio de 2009

Una habitación con vistas


Definitivamente aquí me quedo, pensé. Es lo que siempre he deseado. Una habitación con vistas al mar y mucha luz. Suficientemente cerca del agua para que cuando quiera escapar sólo tenga que soltar el ancla y dejar que me pille la marea. Al abrir los ojos estaré en Sicilia, Túnez, el Líbano...quién sabe? Todo depende del sueño que tenga y de si duermo una noche, dos días, meses. Dejaré mi destino en manos de las corrientes marinas. Que decidan ellas, que yo me he vuelto cobarde, o indecisa, o las dos cosas, y no tengo fuerzas de decidir nuevo puerto...
Ey, escuché, desde mi cama inventada, el sonido de tu trompeta mientras escribías "...por ahí se empieza...". Debe ser porque tú también eres inventado, y además invisible, como ni nueva casa...mmmmm...tócala otra vez...

jueves, 18 de junio de 2009

cri cri cri

Si las cosas no existen pues tú te las inventas y las vuelves de verdad...

martes, 16 de junio de 2009

Sueños marinos


Sabía que ese era el camino a la playa y por eso lo pegue ahí, pegandito a mi cama. Entre sueños me llega de vez en cuando olor a sal y me despierto con arena en los pies. Al principio casi ni me daba cuenta. Había veces que me despertaba morenita y un biquini aparecía colgado del tendedero. Todavía legañosa me preguntaba cuándo había usado yo ese biquini, pero la duda desaparecía en cuanto me metía a la ducha y en seguida me olvidaba. Una vez incluso, apareció un pez en mi almohada que me miraba con sus ojos saltones, con cara de habernos visto antes. Yo no lo conocía de nada. Cuando empezaron a crecer algas por las paredes empecé a sospechar que algo raro pasaba en mi habitación por las noches. Intuyo que se llena de agua y se convierte en el mar de la playa de la foto. Creo que buceo en sueños entre caracolas, atunes, sirenas, carpas... Es un mar luminoso y azul, lleno de brillos y luces provocados por la luna al reflejarse en el agua. Aunque claro, nunca lo sabré, mi mundo submarino desaparece al abrir los ojos. Yo por si acaso, ultimamente, duermo con unas aletas y una gafas de bucear debajo de mi cama, no vaya a ser que el mar me pille desprevenida.

Felices y húmedos sueños...





lunes, 15 de junio de 2009

La farmacia dominguera


Aunque nos cueste reconocerlo, aunque no se lo hayamos contado a nadie y estemos todavía intentando superarlo, debemos confesar que los farmaceúticos nos hemos vuelto...DOMINGUEROS!!! Pues sí, vuelven los 80, y no sólo porque los modernos de mi barrio hayan sacado las hombreras del bunker de donde nunca debieron salir, también nosotros hemos sacado la sombrilla a pasear. Podemos decir que fué causa de la enajenación mental que crearon los 40 grados a la sombra que derretían nuestra ciudad, que teníamos ganas de campo, de agua, que fué la resaca...pero no, no hay excusas que valgan, somos domingueros y hay que aceptarlo. Y que conste que no nos faltó de nada: discusión previa mañanera, - Pero...a qué hora habíamos quedaó, pero si son las 12, pues yo me voy y aquí os quedais, pero no venía el rubio? qué hace durmiendo??? ay nenaaaaaaaaaaaaa que te dejas la tortilla, unas olivitas pa el camino, estamos todos???? - , biquinis colgados del árbol, el atasco de la vuelta... y eso que, viendo la profesionalidad de la gente que nos rodeaba debo decir que aún nos falta mucho por aprender...
Fue un gran día en familia con las guapas de la foto y otros personajillos varios.
Ahora escribo somnolienta desde mi sofa, además del dominguerismo ilustrado han vuelto las siestas a mi vida, las de ventana abierta y gotas de sudor deslizándose por mi piel Oleeeeeeeeeeee!!!!!!!! y eso que el verano no ha hecho más que empezar...

viernes, 12 de junio de 2009

El puerco y las conchas


Estoy sentada junto a la puerta de la caravana que es ahora nuestra casa. En la playa. En medio de la playa Buenaventura. Veo el mar, las montañas de cactus. No hay nada más. Camiones llenos de luces de colores que las atraviesan, como fantasmas, aparecen de la nada y desaparecen tras la montaña. En el agua están Bryan, el canadiense con su hija Azul a la que yo veo amarilla por mis gafas de bucear. Hace mucho viento y están llegando nubes negras. Parece que va a llover. La mujer de Bryan nos ha regalado, además de un gran desayuno mexicano, unas conchas. Decidimos hacer collares que venderemos en San Diego. El silencio es casi absoluto, tan sólo se escucha, muy leve, el sonido del mar, uno de los mares más tranquilos que he visto nunca. Lejano me llega también el sonido de Beijing 2008 en la televisión del restaurante. Este sonido aparece como una constante en nuestro viaje, que comenzó, como los olímpicos el día 8 de agosto. A mi espalda y a la sombra de la caravana está el cerdo de Buenaventura. Un puerco rosa, grande, que vive en la playa, come conchas y se baña en el mar. Todo está tranquilo ahora, aunque aquí, en esta playa, y según cuentan los lugareños, la tranquilidad no dura mucho tiempo. En el restaurante, en el que hay una media de 5 turistas por día, te preguntan con recelo que qué es lo que dices cada vez que oyen la palabra Buenaventura en una conversación. Como si les diera miedo que alguien pudiera estar desvelando su secreto. La playa la controlan tres personas. El hostelero de la Mano Negra, metido en asuntos muy oscuros y conocido en toda Baja California. Olivia, camarera del restaurante , con la boca levemente torcida por algún tipo de parálisis y con una belleza decadente que impresiona. Tiene pinta de haber sido adicta a las drogas en otros tiempos, y un marido, americano, que hace chistes sin parar. Según nos cuenta un turista austriaco adicto al tequila y amante de Tijuana, parece ser que fué Olivia quien montó el hotel hace muchos años con unos socios italianos y el hombre de la mano negra se lo robó un día, hace muchos años también. Tras la barra está Feliciano, empeñado en emborracharnos con tequila, a lo cual tampoco nos resistimos mucho, y que no para de bailar. No hay nadie más. Por la noche se escuchan los camiones a lo lejos y se ve la luna gigante, y el cerdo que duerme bajo su luz. Es una imagen inolvidable, preciosa, y sin embargo es inevitable sentir miedo. Los turistas austriacos se empeñan en que nos quedemos, borrachos, a beber más en su caravana. Tienen un interés especial, y siniestro, en que no nos movamos de allí. Pensamos en que tal vez quieran hacer un intercambio de parejas. Yo me escapo de allí y me baño desnuda bajo la luna, no consigo estar tranquila del todo. Este lugar está fuera del mundo. Para salir de aquí hay que parar un autobús que pasa una vez al día, no se sabe cuándo, y al que hay que esperar en medio de la montaña con unos 50 grados que no te dejan distinguir lo que es real de lo que es puramente nuestra imaginación. Tal vez, ahora que lo pienso, nada de esto sea real...

jueves, 11 de junio de 2009

El mar del norte

En el norte del norte hay un mar frio, helado. Salvaje y misterioso se esconde tras la capa de niebla y es tan oscuro que parece negro. El cielo es blanco, grisaceo, triste... y la arena fria que te congela los pies. El horizonte se intuye porque no se ve claro, ya que el cielo se funde con el mar. Las playas allí, en el norte del norte, parecen no tener vida, pero eso es precisamente lo que te remueve el corazón cuando te acercas a ellas. Con bufanda y un gran abrigo y el frio que nos ponía la nariz roja. Al respirar, el aire marino, helado, nos despertaba los sentidos y yo me sentía viva, libre. No se porqué, pero me parecía todo parte de una película, de los años 30 y en una ciudad balneario, o como esa escena inicial de Eternal sunhine en la que se encuentran en un tren que les lleva a una playa de invierno, vacía y azul. Yo esa peli la recuerdo azul, creo que es por el pelo de la chica que hacía patatas con ojos y boca, no se. Nosotros también fuimos en tren, desde Lieja, excursión de bocadillo en la mochila. Y allí bailamos e hicimos el pino y hablamos y hablamos sin parar. Yo llevaba una flor en la cabeza y me sentía tan bien... De vez en cuando recuerdo aquel día de invierno gélido con corazones muy calientes...

Hoy ha habido tarte de queso, y de chocolate, y risketos, y en la farmacia hemos hecho un curso de samba a domicilio, je sai namorar, un, dos, tres...Suerte que él, que tiene un nuevo pez de colores en su piel, nos ha enseñado que lo mejor es dejar que entre un poco de aire y la actitud, eso si que es lo más importante. Ahora ya lo sabemos, nunca se nos olvidará farero.

También ha habido sesión de post porno, descubriendo nuevos mundos.

Y mañana que viene el rubio.

Que de cosas, mariposas...




lunes, 8 de junio de 2009

Luna y be prepared to stop


Atravesábamos Arizona, carreteras eternas como tantas otras noches. En la radio una ópera desconocida a todo volumen. Estábamos muy felices y la música nos penetraba hasta el corazón. Pelos de punta, emoción máxima. Apareció de repente una luz a lo lejos, enorme, naranja. ¿Qué es eso? - Es la luna Sancha, que está saliendo - No me lo podía creer, era la luna más brutal que había visto nunca. No podíamos hablar, nos habíamos quedado mudas, del susto, de la energía de aquel momento mágico y lunar en medio del desierto. Entonces apareció aquel cartel naranja que decía "Be prepared to stop" y en un kilómetro un grupo de policías con sombrero de sheriff. Ella conducía y, cosas de la vida, se había dejado el carnet de conducir en España. Nos paran. Toda la emoción de la luna y la música se convirtieron en miedo, en piernas que temblaban. Estábamos en medio de la nada, sin carnet y con unas pintas de mexicanas que no podíamos con ellas, lo cual no ayuda nada con la policía fronteriza. Nos llevaron de un sitio a otro, nos pidieron los papeles. Nos mostramos confundidas - we dont understand, spain, europe, miedo...- Nos pidieron la visa y milagrosamente nos dejaron marchar. Paramos en el primer motel que encontramos, la mezcla de emociones nos había dejado débiles, sin fuerzas. Dormimos profundamente, salió el sol, pasó el día, y la noche nos volvió a pillar de camino. Entramos en New Mexico y paramos a ver las estrellas, la oscuridad era tambien absoluta y la carretera mas solitaria incluso que la anterior. Continuamos el viaje y volvió a aparecer nuestra luna lunera, igual, naranja, gigante, lo invadía todo con su presencia. Esta vez no había ópera, pero seguro que la radio, como siempre por allí, nos estaba atrapando. Y tras la luna, que fue el aviso, y el presagio y nuestra compañera de ruta, el cartel, otra vez "Be prepared to stop". Frenazo. Paramos. En medio de la autopista vacía. Me puse de conductora, yo si tenía carnet. Nos pararon, igual, cuatro tipos con cara de mala hostia. - Where are you going girls?...mmm...just here...we are travelling around and just looking for a place to sleep...ok...take care...bye... Glups. Por los pelos Quijota, fué la luna que nos avisó. No volvió a aparecer en lo que duró la ruta, y, por supuesto, tampoco los policías. Me pareció mágico aquel momento, nunca me había sentido tan cerca de la ella.
Hoy hay luna llena y me he acordado de esta historia... en Madrid las lunas también impresionan...

domingo, 7 de junio de 2009

www.malviviendo.com


Si cierra los ojos y los abres muy rapidamente conseguirás ver lo que se esconde tras la máscara... 1,2,3 ya! te he visto... con tus ojos uno de cada color...
Mateo, el yonqui bailarín sabe que si eliges la recta más larga el negocio es tuyo. Con una triple pirueta, zancada, salto, zancada, zancada, vuelta, te comes la vida de un bocado. La vida es arte, y a ratos puro teatro. Crear, crear y crear. Ese es el secreto del movimiento.
Mi madre me dijo a mi, que cantara y no llorara... La suerte nunca se olvida, también me dijo. Arte, suerte y a bailar!!! Y a tomar el solillo, que es gratis...

sábado, 6 de junio de 2009

Vestido rojo sobre fondo gris



En la pared de la farmacia, un hombre con bigote y gafas de culo de vaso nos habló del desamor. De sangre roja que, al no poder dar nunca más color a su corazón, brotaba de sus muñecas a borbotones manchando paredes y suelos como en el mejor Tarantino. Los corazones, cuando no están rojos se apagan, como los cuerpos, azules. Yo una vez conocí una niña que se llamaba azul, y siempre iba de rosa, quería ser princesa. A mi me gustan los colores de la vida, que manchen, que pinten, que coloreen paredes. Por si acaso tengo un corazón verde, de repuesto, para cuando el rojo está de vacaciones. Intento tapar los agujeros de mi cuello cuando me atacan los vampiros, una tirita y aquí no ha pasado nada. Si no me miran a los ojos nadie se entera de mi ausencia de sangre, por eso unas buenas gafas de sol disimulan hasta la peor de las tristezas. Escondo mi alma tras los cristales oscuros y me pongo el mejor de mis vestidos. Pisa con garbo morena. Ultimamente soy demasiado consciente de la fugacidad de las cosas, y, como nada es para siempre, a otra cosa mariposa. Aunque claro, si la vida pasa por delante demasiado rápido, y se me escapa, como si no fuera conmigo, me quito las gafas de sol, mi corazón verde y mi tirita tapa agujeros, y que se entere el mundo de que mi alma llora. Que me robaron mi sangre y mi corazón se volvió gris. Despacito, que las prisas no son buenas, y menos con esta vida que vuela con alas gigantes.

Fareroooooooooooo, te acercas, te siento de camino. Vestido rojo, claramente.