martes, 15 de junio de 2010

Dormir en un teatro


Dormir en un teatro. Dar un pico a un pájaro. Sacarte la lengua y que se me ponga morena. Acariciarte. Acariciártela. Un café de tango. Un tango de café, y que haga sol, y que se me cierren los ojos y me caliente las pestañas, y que me muera del gusto. Y vuelva al teatro, como la única forma de que no acabe nunca el juego. Y que no acabe nunca el juego. Y que la vida me ofrezca un pulso, y que me lo gane, pero que juegue. Que no pare nunca. Que la vida me dé mil vueltas hasta marearme y yo mientras me vaya haciendo sabia, y arrugando. Regalarte un faro y descubrir tus secretos. Dar. Luz. Y más arrugas. Y que los claveles no se sequen nunca. Que siga el rojo...

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